sábado, 23 de febrero de 2013

Óptico de Matsuki Hiromuro


Un perro que dibuja la cara feliz de Matsuki Hiromuro, roza una lengua púrpura, contra el
suelo donde hay gaviotas que se deslizan a partir de esas rutas lumínicas hasta la bóveda
celeste, rozando una lengua apenas púrpura, contra el ojo de la tierra que se abre junto al río
bifurcado bajo la mano de Matsuki Hiromuro. Ha sostenido todos los arrebatos de la
conciencia. El ojo de papel se le incrusta. Viento. Humo que persigue a Matsuki Hiromuro
por las callejuelas empedradas con palmas marmóreas, o al menos, la forma de una palma
marmórea le acontece mientras silba. Ha bajado la katana transversalmente. El ojo de papel
pestañea. Bocas. Pretende romper el ánfora. Bocas oníricas. Rompe el ánfora pretendida.
Viene del perro, que viene de la gaviota, de la katana, del mar, de la sonrisa, viene del
Matsuki Hiromuro atascado su pecho a la mitad de la espada ritual.

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